Con tan solo 11 años, Matheo Bruno, o “Matute” como cariñosamente lo llama su profesor de tenis de mesa Cristian Pereyra, se ha convertido en un verdadero ejemplo de superación y pasión por el deporte en la ciudad de Catriel.
Nacido el 10 de febrero de 2014 en el Sanatorio Trinidad Mitre de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Matheo llegó al mundo con una cardiopatía congénita, una afección en la estructura del corazón que afecta el flujo sanguíneo normal. Desde sus primeros días de vida debió enfrentar varias cirugías complejas y, desde entonces, utiliza un marcapasos. La última intervención médica la atravesó en 2024, siempre con una fortaleza admirable.
En el año 2018, junto a su mamá Valeria, Matheo se radicó en Catriel, cuando apenas tenía cuatro años. Hoy cursa 6º grado en la Escuela Primaria N° 241, y fue gracias a un compañero que conoció la Escuela Municipal de Tenis de Mesa, a la que se sumó en abril de 2025.
Desde ese momento, su vida cambió completamente.
“El tenis de mesa le devolvió las ganas de divertirse y disfrutar la vida”, cuenta emocionada su mamá Valeria, quien recuerda los intentos previos por incluirlo en otras actividades culturales y deportivas, sin encontrar el mismo entusiasmo. La única que logró sostener fue la natación, recomendada por cuestiones médicas debido a su cardiopatía y asma, aunque no la disfruta tanto como el tenis de mesa.
En cambio, con la paleta en la mano, Matheo encontró su lugar.
Es observador, aplicado y constante, no se pierde una clase y pone toda su energía en cada entrenamiento. Ese compromiso tuvo su recompensa: en octubre de este año, disputó su primer Torneo Regional puntuable para el Ranking Nacional, realizado en el SUM del CEM N° 78 de Catriel, donde obtuvo la medalla de plata en la categoría Sub 11.
Gracias a ese logro, Matheo se posiciona actualmente en el puesto N° 49 del Ranking Nacional Argentino, un hito que refleja su esfuerzo y el acompañamiento incondicional de su familia.
“Matute es un deportista feliz, un chico que nos enseña cada día el valor de la superación”, expresó su entrenador Cristian Pereyra, quien destacó su crecimiento tanto deportivo como personal. “Cada golpe, cada revés y cada drive son una muestra de su coraje y de sus ganas de vivir”.
Hoy, Matheo Bruno representa mucho más que un joven talento del tenis de mesa: es el símbolo de la alegría, la perseverancia y el triunfo sobre la adversidad. En cada entrenamiento y en cada torneo, lleva consigo un mensaje inspirador: que no hay límite para los sueños cuando se juega con el corazón.
