La inspección judicial en Barda del Medio constató daños visibles, pero la verdadera trampa mortal de la ruta sigue sin respuestas.
La Ruta Nacional 151 volvió a estar en el centro de la escena este martes, cuando el juez federal Hugo Greca encabezó una inspección ocular en el sector de Barda del Medio. La medida, realizada en el marco del amparo colectivo iniciado por el Gobierno de Río Negro y los intendentes de la región contra el Estado Nacional por el abandono en el mantenimiento de la traza, buscó constatar el estado de la calzada.
Durante el recorrido, la Justicia Federal verificó un deterioro evidente del asfalto, con ondulaciones y baches que representan un riesgo permanente para los conductores. Greca señaló que se trató de una medida de prueba solicitada por Vialidad Nacional y adelantó que, tras la inspección, cuenta con un plazo de tres días para dictar sentencia.
Sin embargo, en las localidades de Catriel (Río Negro) y 25 de Mayo (La Pampa) persiste una fuerte preocupación. Vecinos y autoridades advierten que el tramo más crítico de la ruta no fue incluido en la inspección: en cercanías de Catriel y, sobre todo, entre el Puente Dique y El Sauzal, la traza está prácticamente destruida. Ese sector, en jurisdicción pampeana, concentra desde hace años los mayores reclamos por la peligrosidad y la cantidad de accidentes fatales registrados.
El temor es que esta mirada parcial termine jugando en contra a la hora de una resolución judicial: si el fallo se enfoca únicamente en los daños constatados en Barda del Medio, existe el riesgo de que se ordenen reparaciones menores en esa zona, mientras la parte más deteriorada —que afecta de manera directa a Catriel y 25 de Mayo— vuelva a quedar relegada, como ha ocurrido durante décadas.
La gran contradicción es que mientras la Justicia toma nota de una parte del problema, las comunidades que conviven con la traza en su peor estado siguen arriesgando la vida a diario. El peligro no está en la foto tomada por el juez en Barda del Medio, sino en los kilómetros olvidados donde el asfalto ya desapareció y la ruta se convirtió en una trampa mortal. Esa diferencia entre lo que se constata en un expediente y lo que sufren los vecinos de Catriel y 25 de Mayo es la verdadera medida del abandono estatal: una deuda histórica que no admite más parches ni dilaciones.
