Un relevamiento nacional de Zuban Córdoba muestra que el 65% de los argentinos siente que su situación económica empeoró, mientras el miedo a perder el empleo supera el 50%. Crece el rechazo al ajuste y la posibilidad de un frente opositor unificado comienza a sonar fuerte.
(Data Clave).- En un país donde los precios no dan respiro y los sueldos siguen en picada, la última encuesta nacional de Zuban Córdoba ofrece un pantallazo claro del hartazgo social. La crisis económica, lejos de apaciguarse, sigue deteriorando el día a día de millones. Según el relevamiento, un 65,1% de los argentinos afirma que su situación económica personal empeoró o sigue igual de mal en los últimos seis meses. Apenas un 34,6% cree que mejoró o que al menos se mantiene sin cambios negativos.
El dato más alarmante aparece al mirar el bolsillo: el 54,2% asegura que no le alcanza para cubrir sus necesidades básicas. Y solo un 14,7% dice haber podido ahorrar algo, confirmando que el ajuste llegó a todos, pero golpea con más fuerza a los sectores bajos y medios. La situación es todavía más compleja entre los jóvenes de 16 a 30 años, donde el 56,7% reconoce que no logra cubrir sus gastos mensuales sin problemas.
“La baja de la inflación es una condición necesaria, pero no suficiente”, plantea el informe, reflejando que los indicadores macro no alcanzan si la plata no rinde. Mientras tanto, el 63,7% asegura que cada vez le cuesta más llegar a fin de mes, contra un escaso 36,1% que dice no tener dificultades.
Pero la economía no solo agobia por su impacto directo. El 50,3% de los encuestados tiene miedo de perder su empleo o fuente de ingresos por efecto de las políticas del gobierno de Javier Milei. Ese nivel de vulnerabilidad e incertidumbre atraviesa a gran parte de la población, con especial preocupación en sectores laborales informales o precarizados.
En este clima, el 58,3% considera probable que el malestar económico derive en protestas sociales o cacerolazos. No se trata solo de números, sino de un estado de ánimo colectivo que se percibe tanto en la calle como en las redes. El hartazgo empieza a consolidarse como sentimiento dominante.
A su vez, el 64,8% de los consultados cree que el gobierno está profundizando la desigualdad social, echando por tierra el discurso del “ajuste virtuoso”. En ese contexto, “sin ingresos que crezcan, no hay relato que aguante”, remarca el estudio.
La encuesta también explora cómo debería reaccionar la oposición ante este escenario. Las respuestas muestran una fuerte dispersión: el 20,8% pide unirse electoralmente, el 16% plantea consensuar políticas para sostener la gobernabilidad, y el 14,7% reclama una estrategia de mayor confrontación y movilización callejera. Un 12,3% sugiere esperar a las elecciones sin confrontar, mientras otros directamente exigen una renovación de liderazgos.
Pese a esta falta de rumbo, un dato sobresale: el 50,4% apoyaría un frente común opositor para ponerle un freno al gobierno de Milei, mientras un 45,9% lo considera improbable. La posibilidad de una nueva mayoría que aglutine el descontento no está descartada.
En cuanto al cambio más urgente para mejorar la situación del país, el 39,6% reclama un cambio de gobierno, el 28,1% pide menos confrontación y más diálogo, y un 11,9% cree que hace falta otro tipo de liderazgo, más empático. Todos datos que marcan un desgaste en la imagen presidencial, aún entre sectores que alguna vez confiaron en su propuesta.
Por último, el estudio incluye una mirada sobre la política exterior. En un contexto de tensiones geopolíticas, el 82,6% de los argentinos considera que China es un aliado estratégico, y el 74,1% piensa lo mismo de Estados Unidos. La lectura es clara: “el alineamiento exclusivo con Washington no convence”, y la mayoría prefiere relaciones equilibradas con ambas potencias.
Con una muestra de 1.400 casos y un margen de error del 2,62%, la encuesta pinta un cuadro contundente: la economía sigue siendo el corazón del malestar social, y el humor de la sociedad se mueve al ritmo del bolsillo. El gobierno de Javier Milei enfrenta un escenario delicado, con una oposición que todavía no logra encauzar el descontento, pero que podría hacerlo si logra construir una propuesta unificada.