Desde la primera guerra comercial de Trump en 2018, Pekín aumentó su relación comercial con otros países, volviéndose menos dependiente de EEUU.
(Por Amy Hawkins para El Diarioar).- Las primeras salvas parecen un recuerdo lejano, cuando allá por el mes de enero el presidente de EEUU, Donald Trump, amenazaba con imponer un arancel del 10% a las importaciones de China. Menos de tres meses después, el arancel ya es del 125%.
China criticó los aranceles. Además de contraatacar con un arancel del 84% a las importaciones procedentes de EEUU, Pekín se lanzó a una guerra de declaraciones.
“Nunca retrocederemos si nos desafían”, dijo Lin Jian, portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de China. “Si la parte estadounidense se empeña en ir por el camino equivocado, China luchará hasta el final”, dijeron en el Ministerio de Comercio de China. Además, Pekín prometió que habrá más contramedidas.
El enfoque ‘ojo por ojo’ aviva los temores de una posible carrera en la que aumentaría el riesgo de una recesión mundial y los ciudadanos de a pie sufrirían precios más altos.
En los últimos años la economía china ha estado contra la pared por sus propios problemas, pero en lo que se refiere específicamente a aranceles, no parece probable que China vaya a ser la primera en ceder.
Según Diana Choyleva, fundadora y economista jefe de la consultora Enodo Economics, especializada en análisis geopolítico y macroeconómico, “para el presidente Xi solo hay una respuesta políticamente posible tras la última amenaza de Trump: ¡adelante!”. “Después de haber sorprendido a la opinión pública de su país con un contundente arancel recíproco del 34% [y posteriormente un 84%], cualquier cosa que parezca un retroceso es políticamente insostenible”, dice.
Uno de las bazas que favorecen a Pekín en la pelea es saber que Estados Unidos depende de las importaciones chinas mucho más de lo que China depende de las estadounidenses.
Los principales artículos que EEUU importa de China son bienes de consumo, como juguetes, computadoras y teléfonos inteligentes. Según un análisis de Rosenblatt Securities de la semana pasada (cuando los aranceles de Trump contra China eran solo de 54%), el iPhone más barato en EEUU podría pasar de 799 dólares a 1.142. “Trump no puede echarle la culpa a China por estas contrariedades económicas de forma creíble”, sostiene Choyleva.
En cambio, los bienes que China importa de EEUU son materias primas y suministros industriales como soja, combustibles fósiles y motores a reacción. Es mucho más fácil que un mayor precio en estos productos sea absorbido por la cadena antes de que el consumidor saque la billetera para pagar (o el teléfono, en el caso de China).
Además, esta no es la primera refriega para China. Pekín es hoy menos dependiente de EEUU porque estuvo aumentando las relaciones comerciales con otros países desde que en 2018 comenzó la primera guerra comercial de Trump. Las exportaciones de soja brasileña a China aumentaron más del 45% entre 2018 y 2020, en comparación con el promedio para el período 2015-2017, mientras las exportaciones estadounidenses se reducían en un 38%. Aunque China sigue siendo el principal mercado para los productos agrícolas de EEUU, el mercado se está reduciendo y eso perjudica a los agricultores estadounidenses. En 2024, EEUU exportó productos agrícolas a China por valor de 29.250 millones de dólares, frente a los 42.800 millones de dólares que había exportado en 2022.
China tiene otros ases en la manga. El martes, dos influyentes blogueros nacionalistas chinos publicaron sin identificar a sus fuentes la misma lista de posibles represalias al alcance de Pekín. El Ministerio de Asuntos Exteriores de China no quiso hacer comentarios sobre las listas, pero tampoco negó lo que afirmaban. Entre las sugerencias se incluía suspender la cooperación con EEUU para el control del fentanilo, revisar las ganancias que las empresas estadounidenses obtienen por su propiedad intelectual en China y vetar las películas de Hollywood en el país.
El último punto tal vez no requiera un embargo oficial. China permitió en otras ocasiones que nacionalistas con popularidad en Internet difundan campañas de boicot ciudadano. En 2017, los consumidores chinos se unieron en un rechazo multitudinario contra los supermercados Lotte porque la cadena surcoreana había formado parte de un acuerdo que permitió la instalación de un sistema estadounidense antimisiles en Corea del Sur (algo que China considera una amenaza para su seguridad). Como consecuencia, Lotte se vio obligada a cerrar casi la mitad de los más de 100 establecimientos que tenía en China continental.
Pero las ventajas estratégicas de China no vuelven al país completamente inmune a una guerra comercial. Las bolsas de China y de Hong Kong registran pérdidas y Pekín aún no encontró la manera de estimular la demanda interna de manera significativa, algo esencial, dicen los economistas, para lograr una economía verdaderamente a prueba de aranceles.
El impacto político de los aranceles de Trump, sumado al temor de que EEUU intente volver a otros países contra China, está llevando las relaciones entre EEUU y China a un mínimo histórico.
“No recuerdo haber sido nunca tan pesimista sobre la trayectoria de las relaciones entre EEUU y China”, escribió Bill Bishop, especialista en China, en su newsletter. “La relación comercial es el eje entre los dos países; si se rompe, lo más probable es que veamos crecer las tensiones en otras áreas”. Con la Administración Trump hablando de “campesinos chinos” y diciendo que China no tiene una buena mano para la partida, no parece probable que Pekín vaya a dar marcha atrás pronto.