No fue sólo un foro sobre financiamiento Pyme. La imagen de seis gobernadores y una vicegobernadora reunidos en el Hotel Llao Llao, con el cerro López de fondo, funcionó como un mensaje político cargado de simbolismo: a semanas de las elecciones de octubre, las provincias se muestran como el verdadero motor productivo del país y marcan distancia del centralismo de la Casa Rosada.
Convocados por el Consejo Federal de Inversiones (CFI) y el gobierno de Río Negro, se sentaron en la misma mesa Carlos Sadir (Jujuy), Sergio Ziliotto (La Pampa), Hugo Passalacqua (Misiones), Gustavo Sáenz (Salta), Marcelo Orrego (San Juan) y la vicegobernadora de La Rioja, Teresita Madera. El anfitrión, Alberto Weretilneck, se llevó un espaldarazo político en clave regionalista, mientras Neuquén y Chubut hicieron llegar sus adhesiones.
El interior como contrapeso
Las intervenciones dejaron en claro que el interior pretende ser actor principal en el rumbo económico. Weretilneck advirtió que “con un gobierno que se ha olvidado del interior, las soluciones a los problemas argentinos van a salir de las provincias”. Ziliotto, aún más filoso, remarcó: “Sólo las provincias producen, y esta foto es la muestra de la Argentina productiva”.
Los gobernadores evitaron la confrontación directa con Milei, pero en los pasillos reconocieron que la reunión también fue un gesto de posicionamiento: un bloque de mandatarios de distintas geografías que ensaya respuestas comunes frente a la falta de una política federal de desarrollo.
Diálogo sí, subordinación no
Pese a las críticas, dejaron la puerta abierta al diálogo con Nación. “Cada vez que nos llamaron fuimos”, repitieron casi en coro, en referencia a un eventual llamado del presidente, alentado por la presión de Estados Unidos para abrir instancias de concertación. Pero la foto de Bariloche deja claro que la disposición al diálogo no implica alineamiento ciego, sino una estrategia de defensa de las economías regionales.
Un foro con impacto político
El CFI aportó el marco técnico —la apertura de líneas de crédito Pyme y el lanzamiento simbólico de un préstamo a una chocolatería barilochense—, pero la lectura política trascendió el evento. En medio de un clima electoral y con un gobierno nacional que centraliza el debate desde Buenos Aires, las provincias decidieron recordar que sin ellas no hay productividad ni futuro económico posible.
La foto de Bariloche fue, en definitiva, mucho más que un foro: fue un mensaje federal al poder central. Y también una advertencia de que, frente a la ausencia de una mirada nacional integradora, las provincias están dispuestas a ocupar el centro de la escena.










