El Gobierno enfrenta hasta enero vencimientos por más de USD 7.000 millones, en medio de una crisis de reservas que ya encendió todas las alarmas en el mercado y en la política. El propio Carlos Melconian lo dijo sin vueltas: la administración oficial abrió el cepo de manera prematura, fomentó la dolarización y hoy se ve acorralada al punto de que su única salida podría ser reinstaurar lo que prometió eliminar.
La admisión del secretario de Finanzas, Pablo Quirno, de que el Tesoro está interviniendo en el mercado cambiario con dólares del Banco Central es la confesión más clara de la improvisación y el doble discurso oficial. El FMI exigía acumular reservas y el Gobierno hace exactamente lo contrario: las quema para frenar una suba que no logra controlar.
El resultado está a la vista: el riesgo país saltó a 996 puntos, un número que pulveriza cualquier discurso optimista y deja a la Argentina al borde de la línea roja de los 1.000. Mientras tanto, operadores y bancos repiten la misma pregunta: ¿cómo piensa pagar el Gobierno los vencimientos si se dedica a rifar las reservas?
La fragilidad del esquema es inocultable: en lo que va del año se perdieron USD 14.000 millones, más de lo que prestó el FMI. Y el Tesoro, en lugar de mostrar un plan serio, apenas improvisa manotazos como el fallido Bonte en dólares, con el que prometió captar USD 7.000 millones y apenas juntó migajas.
Melconian lo resumió en una frase lapidaria: “Argentina no estaba en condiciones de abrir el cepo a personas físicas”. Esa decisión política, más guiada por el marketing electoral que por la racionalidad económica, terminó empujando la dolarización del consumo, de los viajes y de los gastos con tarjeta. Fue, en definitiva, otro tiro en el pie de un Gobierno que confunde anuncios con soluciones.
En Wall Street ya no disimulan la desconfianza. La palabra “reestructuración” circula en los pasillos y los fondos empiezan a mirar con lupa el calendario de pagos. Porque los números no cierran: vencimientos inmediatos por USD 7.000 millones y compromisos de más de USD 19.000 millones en 2026.
La verdad es que la política económica de este Gobierno es un catálogo de contradicciones: prometió abrir y cerró, prometió acumular y gastó, prometió crédito y fracasó. Corre siempre detrás de los hechos, como si la economía fuera una sucesión de parches y no un proyecto de país.
El problema es que los parches se pagan caros: con más inflación, más desconfianza y un horizonte cada vez más corto. El Gobierno que juró enterrar el cepo puede terminar su mandato reinstalándolo, dejando al país otra vez atrapado en la trampa de sus propias mentiras.