Desde la ortodoxia hasta la heterodoxia hay coincidencias en que el peso sobrevaluado no va más, pero difieren en otras recetas: negociaciones con Estados Unidos o represalias y búsqueda de otros mercados, más ajuste fiscal o reactivación de la obra pública y el consumo. En Wall Street y en el Foro Llao Llao quieren resucitar la dolarización.
(Por Alejandro Rebossio para El Diarioar).- Quizás algún día alguien filme una comedia de enredos sobre el viaje del presidente Javier Milei y el ministro de Economía, Luis Caputo, para encontrarse con un Donald Trump justo en el momento en que el jefe de Estado de Estados Undos ponía al mundo patas para arriba por sus aranceles contra las importaciones de casi todos los países. Pero por ahora, en lugar de risa, el desconcierto de Milei y Caputo provoca preocupación.
Entre economistas y empresarios tampoco tienen mucha idea de qué hacer ante un fin de épica de la globalización, tal como se la entendió en 80 años, tras el final de la Segunda Guerra Mundial, pero surgen ideas: desde negociar rebajas arancelarias, como intenta el presidente y su canciller Gerardo Werthein, al igual que otras 50 naciones, hasta responder con represalias, como China y la Unión Europea, o como analiza Brasil; y desde devaluar la moneda, como están haciendo otros países y como viene reclamando el mercado y el Fondo Monetario Internacional (FMI), hasta reflotar la promesa electoral de la dolarización, como escribió este lunes la columnista ultraconservadora de The Wall Street Journal Mary Anastasia O’Grady.
O’Grady advierte en el titular que “Argentina necesita el dólar más que nunca” y en la bajada: “Un sistema monetario fallido frena el progreso de Milei. Apueste por el dólar”. En su texto elogia la motosierra fiscal y la desregulación económica del libertario, pero alerta: “El proyecto de reforma del Sr. Milei sigue en constante cambio, en parte porque se basa en un régimen monetario insostenible. El tipo de cambio fijo sobrevaluado —con su paridad móvil— y los correspondientes controles de capital son señales de alerta. Un indicio de posibles problemas es el diferencial entre el tipo de cambio oficial y el tipo [de cambio] de mercado, que el viernes superó el 20%. Es probable que el problema fuera mayor de no ser por la intervención del Banco Central”. La columnista opina que “un nuevo programa del FMI no es una buena señal” y recomienda dolarizar.
En el Foro Llao Llao, que reunió la semana pasada a los dueños de grandes fortunas, algunos comenzaron a resucitar también la idea de dolarizar, según relató el diario Perfil. “Sería lo más inteligente”, reconoce uno de ellos en diálogo con elDiarioAR. Otro empresario pro dolarización opina: “Mucho no se puede decir. Demasiada incertidumbre. Se están escuchando algunas voces aisladas que piensan que el modelo está agotado. Pero son minoría por ahora”.
Entre los economistas, las opiniones están divididas. El exviceministro de Economía Fernando Morra opina que él devaluaría el peso, como están haciendo otros países para abaratar sus productos y recuperar la competitividad, sobre todo cuando el peso es la segunda moneda más sobrevaluada del planeta, según The Economist. “Yo devaluaría y culparía al anterior, pero ellos no pueden hacer eso. Jugaron muy al limite con todo y ahora el mundo se puso en cualquier lado. Creo que lo peor es entender cómo afecta esto al problema en el que ellos mismos se metieron con el nuevo programa con el FMI”, señaló.
Y continuó: “Me parece que va a estar muy dificil en las próximas semanas avanzar en esa discusión, o al menos que Trump tenga la suficiente fortaleza para imponer un apoyo”.
Mientras, crecen las versiones de que algunos directores del Fondo que representan a países enemistados con el magnate norteamericano o con el economista libertario estarían frenando el crédito. En el Brasil de Luiz Inácio Lula da Silva niegan que estén obstaculizándolo. “Sin acuerdo con el FMI, vamos a ver una brecha cambiaria al alza, presiones inflacionarias y un regimen cambiario tambaleante”, pronostica el exviceministro y actual socio de la consultora Lambda.
Daniel Marx, exsecretario de Finanzas y socio de la consultora Quantum, propone “una serie de acciones que mejoren competitividad y aumenten credibilidad”. Otro consultor y exviceministro de Economía, Orlando Ferreres, opina que el Gobierno “deberá adaptarse, pero significa más inflación que la que habíamos previsto (23,2%) y un menor crecimiento del PBI (hasta ahora habíamos previsto casi 5%)”. ¿En qué consiste adaptarse? “Negociar los 50 productos de los que habla el Gobierno y fijar arancel recíproco para cada uno. No creo que sea arancel cero pues el arancel promedio de Estados Unidos sería sólo de 2,7%”, responde Ferreres.
Daniel Artana, exsecretario de Hacienda y economista jefe de la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL), cita un artículo que publicó el domingo en el diario La Nación en el que se pregunta si la “tensión cambiaria es coyuntural o hay que hacerle ajustes al programa” y advierte que “si la política cambiaria que se fije no permite una rápida recuperación de las reservas del Banco Central, será necesario efectuarle correcciones al plan”. Hasta aquí la receta ortodoxa. Veamos la heterodoxa. Todos mandriles, desde el punto de vista cada vez menos risueño de Milei.
Pedro Gaite, de la Fundación de Investigaciones para el Desarrollo (FIDE), critica que el Gobierno tenga una receta a contramano del mundo, no sólo en cuanto a la apertura comercial frente al proteccionismo sino también en lo que hace a inversión en ciencia y tecnología y a política industrial. “La Argentina baja aranceles y desregula el comercio con un tipo de cambio bajo: tenemos todas las fichas para inundarnos de importaciones del mundo que no puede colocar exportaciones en otros mercados”, alerta Gaite.
“Tendríamos que fortalecer la relaciones regionales y las economías no alineadas con Estados Unidos para aprovechar oportunidades de nuevos mercados disponibles por los reajustes del comercio internacional que implica la guerra de aranceles”, opina Andrés Asiain, del Centro de Estudios Scalabrini Ortiz (CESO). “En lo inmediato le va a costar mucho sostener el actual esquema cambiario y va a ser difícil reabrir los mercados de deuda para cancelar los vencimientos con acreedores privados. Tendrían que ir pensando una nueva reestructuración”, plantea Asiain. Una nueva, después de la de 2020.
Alejandro Vanoli, expresidente del Banco Central, observa que primero debe llegarse a un acuerdo político para construir un plan creíble en esta guerra mundial proteccionista y riesgo de recesión global. Difícil con el estilo de Milei. En segundo lugar, “si el mundo impone aranceles, debés hacer una política de reciprocidad y cuidar tu mercado”. Tercero, estimular la economía ante el contexto recesivo, con reactivación de la obra pública, mejoramiento de salarios y jubilaciones para sostener el consumo y aumento de la recaudación tributaria entre quienes más tienen. En cuarto término, reconciliarse con el Mercosur y negociar junto con sus miembros acceso a otros mercados, poniendo acento más en los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) que en Estados Unidos. Por último, “es imposible mantener el crawling peg (suba gradual del dólar oficial) del 1% mensual si se devalúan otras monedas porque si se aprecia el peso, se agrava el problema”.
En el mundillo financiero hay quienes coinciden que observan “desconcierto total” en el Gobierno, mientras otros piden “reaccionar” o directamente “devaluar”. En el campo, aún confiados en Milei, la Mesa de Enlace se reunió la semana pasada con el secretario de Agricultura, Sergio Iraeta, que les prometió negociar con Estados Unidos y abrir otros mercados.
En la Unión Industrial Argentina (UIA) hay empresarios que mantienen la prudencia y otros que, resignados, temen lo peor: “Hay que hacer todo lo contrario a lo que está haciendo el Gobierno con su apertura indiscriminada en un momento en que el resto del mundo se cierra. Es criminal. Desprecian a la industria nacional. Tenemos contactos escasos e inútiles con los funcionarios”. Otro empresario fabril reconoce que el Ejecutivo está concentrado en lo macroeconómico, pero no en lo microeconómico: “Tendría que reinar el pragmatismo frente al reordenamiento de flujos comerciales y presiones geopolíticas en el mundo”.
En cambio, el consultor y dirigente de la Cámara Argentina de Comercio Marcelo Elizondo aboga por negociar con Estados Unidos para rebajar aranceles en los 50 productos que más se comercian. También recomienda reforzar la ortodoxia, con más superávit fiscal y más desregulaciones, ante un contexto de suba del riesgo país y mayores dificultades para salir del cepo cambiario, volver a los mercados voluntarios de deuda y exportar en general. “No va a ser fácil. Yo al menos intentaría que se concreten los 11 proyectos del RIGI (Régimen de Incentivo de Grandes Inversiones). Y avanzar con el acuerdo con el FMI”, sugiere Elizondo.
AR/JJD