La tragedia personal de una madre de Catriel, que perdió a su pequeño hijo por no contar con atención médica de alta complejidad en la ciudad, destapó una vez más una herida que nunca cierra: el abandono del sistema de salud pública en la región.
Mientras el gobierno provincial insiste en mostrar gestos de inversión y campañas de comunicación que hablan de mejoras en hospitales y centros de atención, en Catriel las familias conviven con otra realidad: ambulancias en mal estado o insuficientes, equipos rotos, médicos que no alcanzan, guardias colapsadas y una Ruta 151 detonada que se convierte en la única vía para recorrer, con suerte, tres horas de angustia hasta llegar a Cipolletti o Neuquén.
Flor, mamá de Alex —un niño de 10 años con una enfermedad neurodegenerativa terminal— decidió canalizar su dolor en una petición pública. Su reclamo es claro y urgente: una terapia intensiva pediátrica en Catriel. “Ya hemos perdido chicos en el camino. No esperemos a que vuelva a pasar”, escribió en su pedido de firmas que busca romper años de indiferencia oficial.
Pero no es la única voz. Otra madre denunció en redes sociales el calvario que vivió tras el accidente de su hijo, cuando una ambulancia demoró más de 20 minutos en llegar y lo trasladó sin los elementos mínimos de emergencia. En el hospital, los equipos para estudios estaban rotos y no había médicos suficientes. “Es un verdadero desastre”, sentenció, reflejando lo que cientos de vecinos padecen a diario.
El contraste es evidente: mientras en la agenda oficial se habla de “fortalecimiento del sistema de salud”, en el territorio las familias siguen organizando colectas, juntando firmas y rogando por lo esencial. El reclamo por un hospital de mayor complejidad en Catriel no es un pedido aislado: es la síntesis de un sistema en crisis, con profesionales en lucha por salarios dignos y comunidades enteras que sienten que su derecho a la salud depende más de la suerte que de la política.
En una ciudad marcada por la actividad hidrocarburífera —y los riesgos que esta conlleva—, el abandono se vuelve todavía más inexplicable. La gente no pide privilegios, pide lo básico: atención, médicos, ambulancias, y un hospital que no deje que más vidas se pierdan en el camino.
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