Después de muchos meses de idas y vueltas, la Legislatura pampeana aprobó este jueves el llamado a licitación del área petrolera El Medanito. Lo que debería haber sido una sesión técnica y de trámite, terminó convertida en una tormenta política de alto voltaje, con gritos de traición, quiebres internos y una oposición que ya no se reconoce a sí misma.
El dictamen se aprobó con 23 votos: los del oficialismo, los del PRO y, para sorpresa de muchos, cuatro de los radicales —Javier Torroba, Andrea Valderrama, Romina Mota y Julián Aguilar— que se desmarcaron de la línea dura del bloque y dejaron aislado a su propio presidente, Hipólito Altolaguirre, quien llegó a amenazar con renunciar no solo a la conducción del bloque, sino a la propia bancada.
Torroba, el arquitecto del quiebre
El papel de Javier Torroba fue determinante. Su discurso buscó mostrarse racional, celebrando que el nuevo dictamen incorporara demandas históricas de la oposición, como el “data room” de transparencia, el Estudio de Impacto Ambiental y el reparto del bono de 50 millones de dólares entre todos los municipios. Pero detrás de los argumentos técnicos, lo cierto es que su decisión abrió una herida en la UCR que difícilmente cicatrice pronto.
Altolaguirre quedó prácticamente solo, expuesto frente a sus propios compañeros de bancada, en lo que fue un verdadero desgarro político a cielo abierto. La imagen del presidente radical, con gesto adusto y rodeado de bancas vacías, será recordada como la postal de la fractura.
El oficialismo, ganador silencioso
Mientras tanto, el oficialismo de Sergio Ziliotto logró lo que quería: el aval legislativo a un contrato que será recordado como “el más importante de la historia petrolera de La Pampa”, según lo definió Torroba. Daniel Lovera, vocero del vernismo, celebró el “consenso” alcanzado, pero todos saben que sin la mano tendida de algunos opositores, nada hubiera sido posible.
Comunidad Organizada denunció sin medias tintas que la licitación terminará beneficiando a PCR y lanzó dardos venenosos contra los legisladores que apoyaron el proyecto: “Ganó Ziliotto y ganó PCR”, disparó Maximiliano Aliaga. Sandra Fonseca, por su parte, recordó que “el petróleo ya se compró un diputado” en el pasado.
Una grieta que no es ideológica, sino de poder
El trasfondo es claro: en la UCR no se debate ya sobre petróleo, transparencia o federalismo, sino sobre poder, conducción y lealtades. El radicalismo pampeano se desangra en público, incapaz de sostener una estrategia común frente a un oficialismo que, con pragmatismo y paciencia, supo esperar la grieta del adversario para ensancharla.
La amenaza de renuncia de Altolaguirre no es un detalle menor: expone la orfandad de liderazgos claros en la oposición y la facilidad con la que un puñado de legisladores puede cambiar el rumbo de decisiones que comprometen millones de dólares y el futuro energético de la provincia.
Editorial: la política de la traición
Lo ocurrido en la sesión de este jueves es mucho más que un debate sobre regalías, bonos o pozos petroleros. Es la confirmación de que en la política pampeana la palabra empeñada vale poco y que los pactos de coyuntura pesan más que los principios.
El Medanito ya no es solo un área petrolera: es el símbolo de un radicalismo roto, de una oposición fragmentada y de un oficialismo que sabe capitalizar las divisiones ajenas.
Al final del día, Ziliotto festeja, PCR sonríe y los municipios esperan que esos dólares prometidos no se evaporen en papeles. Pero la pregunta que quedará flotando es otra: ¿cuánto le costará a la UCR este quiebre en su propia credibilidad?










