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Quemar sin control, un hábito peligroso: Bomberos de 25 de Mayo otra vez obligados a apagar la irresponsabilidad ajena

Un incendio forestal de grandes proporciones se produjo este sábado en la zona de Colonia Chica, jurisdicción de 25 de Mayo, lo que demandó un operativo de casi siete horas por parte de los Bomberos Voluntarios locales.

Según informaron desde el Cuartel 38, alrededor de las 20 horas se recibió el aviso de fuego en campos de la zona, por lo que dos dotaciones partieron en los móviles 2 y 3. Ante la magnitud del siniestro fue necesario solicitar asistencia a la empresa PCR, que aportó abastecimiento de agua y maquinaria pesada.

“Se agradece también al delegado de Colonia Chica por acercarse y prestar su colaboración”, destacaron los Bomberos, quienes lograron contener el fuego y evitar que alcanzara las líneas de tensión eléctrica, un riesgo que podría haber provocado consecuencias mucho más graves. Tras el operativo, las dotaciones regresaron al cuartel alrededor de las 3 de la madrugada, dejando móviles y equipos en condiciones para futuras intervenciones.

Desde la institución remarcaron la necesidad de cumplir con las normativas vigentes en relación a las quemas rurales y forestales. “Cuando se realicen quemas en campos, deben comunicar y pedir autorización a Defensa Civil y avisar a Bomberos. También deben estar correctamente limpios los cortafuegos y con gente que controle el lugar (no prender e irse). Sean solidarios con su comunidad y con los Bomberos”, expresaron los servidores públicos.

El mensaje no es nuevo, pero parece caer en saco roto. Año tras año, los incendios provocados por quemas mal realizadas se repiten, y siempre son los mismos actores los que quedan expuestos: los Bomberos voluntarios, que arriesgan su vida y sacrifican horas de descanso para reparar la irresponsabilidad ajena.

La herramienta de la quema controlada puede ser válida y hasta necesaria en lo productivo, pero sin responsabilidad ni acompañamiento adecuado se transforma en un riesgo innecesario para toda la comunidad. Y aquí está el punto: no se trata de desconocimiento, sino de una conducta recurrente.

Los pobladores rurales saben qué se debe hacer, conocen las recomendaciones y las advertencias, pero aún así deciden mirar para otro lado. Ese es el verdadero problema. La negligencia y la falta de respeto hacia la comunidad y hacia quienes deben salir a apagar el fuego no pueden seguir naturalizándose. De lo contrario, la próxima vez quizá no se pueda hablar solo de daños materiales: la imprudencia puede terminar costando vidas.

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