Mientras la Argentina de Milei se posiciona como ejemplo de lo que hace el liberalismo extremo al frente de un gobierno, la gestión de Claudia Sheinbaum hace lo propio en el universo progresista. ¿El resultado? “Me voy a México rápido”, dijo Louise…
Por Ramiro Lorenzo para Canal Abierto | En los últimos días, el gobierno de México anunció un récord histórico: más de 23,5 millones de puestos de empleo registrados en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), incluyendo 1.291.365 trabajadoras y trabajadores de plataformas digitales recientemente incorporados a la seguridad social. El anuncio, encabezado por la Secretaría del Trabajo y la presidenta Claudia Sheinbaum, marca un hito en la regulación de la economía digital y en la ampliación de derechos laborales en pleno siglo XXI.
“Es algo histórico —expresó Sheinbaum—. Ahora es una siguiente etapa de la Cuarta Transformación: trabajadores que eran considerados ‘socios’ de empresas, que no tenían ninguna seguridad social, hoy son reconocidos como personas trabajadoras”.
La medida, regulada a través de acuerdos con las plataformas y una reforma del marco normativo, les otorga acceso a salud, pensión, cobertura familiar y centros de cuidado infantil. “Avanzamos en el acceso a derechos del pueblo de México. Más de un millón de personas se están beneficiando con esto”, concluyó la mandataria.
Este avance forma parte de una política estatal sostenida que incluye reformas clave: la Ley Federal del Trabajo, que redujo la jornada laboral, limitó la subcontratación y garantizó el reparto de utilidades; la Ley del Sistema de Cuidados, que reconoce y redistribuye el trabajo doméstico; y la reforma al sistema de pensiones, que elevó aportes patronales y redujo los años requeridos para jubilarse. A contramano de lo que ocurre en la Argentina.
No es sólo política laboral
Mientras esto ocurre en México, en Argentina el gobierno eliminó el Ministerio de Trabajo y, a través del DNU 70/2023, flexibilizó indemnizaciones, amplió el período de prueba y sacó sanciones al empleo no registrado. El resultado: caída de la actividad industrial, pérdida de más de 100.000 puestos de trabajo registrados en el sector privado y expansión del empleo precario.
En este contexto, crecen los trabajadores de plataformas, una alternativa forzada ante el derrumbe del ingreso familiar. En abril de 2025 se estimaban 160.000. Pero la situación que enfrentan dista mucho de lo que hoy garantiza el Estado mexicano. Colectivos de trabajadores de distintas plataformas han denunciado que, si bien las aplicaciones los consideran “colaboradores” (socios, según Sheinbaum), en la práctica eso significa no tener salario fijo, aportes jubilatorios, obra social, ART ni vacaciones pagas. Deben cubrir sus propios gastos, insumos, herramientas de trabajo y hasta los costos médicos ante robos o accidentes. La informalidad es la norma y el Estado no solo no regula, sino que lo legitima bajo el dogma de la desregulación.
La diferencia entre el rumbo de Sheinbaum y el de Javier Milei excede lo laboral. En materia de género, México lanzó el programa Mujeres con Bienestar, que otorga una pensión mensual a más de 400.000 mujeres en situación vulnerable. También relanzó las guarderías del IMSS como Centros de Educación y Cuidado Infantil (CECI), con horarios extendidos, educación preescolar y atención integral. A su vez, avanza en la federalización del sistema sanitario con el IMSS-Bienestar, que garantiza acceso gratuito y universal, comenzando por los Estados más postergados.
En contraposición, el gobierno argentino disolvió el Ministerio de Mujeres, recortó programas como Acompañar y Potenciar Trabajo, desfinanció el Plan ENIA, eliminó la línea 144 y los subsidios para hogares monomarentales. En salud, los recortes destruyeron programas clave y fragmentaron aún más el sistema.
En logística, México recupera y moderniza el sistema ferroviario nacional, con planificación estatal y financiamiento público, para integrar zonas industriales y promover transporte sustentable. Mientras en Argentina, Milei intenta cerrar Vialidad Nacional, interrumpió la obra pública y abandonó el desarrollo de rutas y autopistas, claves para un país federal.
Un plan que funciona
La distancia se amplía en lo fiscal. México aprobó una Ley Federal para la Prevención e Identificación de Operaciones con Recursos de Procedencia Ilícita (Ley Antilavado), que regula sectores vulnerables, impone controles financieros y fortalece la Unidad de Inteligencia. En Argentina, el presidente Milei elogió a quienes evaden impuestos, llamándolos “héroes”. Su política promueve blanqueos y desmantela los organismos de control.
La diferencia también es política. En 2021, el país azteca aprobó la Ley de Protección a la Soberanía Nacional frente a Actores Extranjeros, que impide la injerencia de agencias externas. En cambio, el gobierno argentino promueve el Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI), que garantiza beneficios impositivos y jurídicos por 30 años a megacorporaciones extranjeras sin exigir contraprestaciones locales. El RIGI representa una cesión inédita de soberanía económica, redactado a la medida del capital transnacional.
En materia de ciencia y producción, la gestión de Sheinbaum avanza con polos industriales como el Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec y el Plan Sonora de Energía Sostenible. Su par austral, en cambio, vació el CONICET, paralizó la CNEA, y eliminó instituciones clave como el INTA, el INTI y el programa Procrear, estratégico para el acceso a la vivienda y el empleo en construcción.
En política exterior, México sostiene una agenda activa en la CELAC y apuesta a la integración regional. Argentina rechazó su ingreso a los BRICS, cerró embajadas en África y Asia, y se alinea sin matices con el eje Estados Unidos-Israel, subordinando su diplomacia a intereses ajenos y renunciando a una estrategia propia.
En este contexto, el avance mexicano bajo la presidencia de Sheinbaum adquiere relevancia continental. No solo por sus logros concretos, sino porque mientras la derecha se vende como única respuesta de progreso a nivel mundial, México demuestra que es posible gobernar de otro modo: con planificación, redistribución y dignidad.